Terminamos la serie especial sobre el sector vitivinícola hablando sobre las profesiones vinculadas a este mundo y que, de un modo u otro, también han vivido con incertidumbre esta situación pandémica que se ha ido alargando en el tiempo. Toneleros, fabricantes de corchos, enólogos, sumilleres o, incluso, diseñadores gráficos especializados en este sector, son algunos de ellos. Porque no está de más recordar que son muchos los profesionales vinculados al mundo del vino, además de las propias bodegas. Y hoy os hablamos de tres de ellos.
Toneleros, los ebanistas del vino
Los toneles de madera se utilizaron desde tiempos inmemoriales. Algunos historiadores atribuyen su origen a los pueblos celtas, mientras que otros afirman que corresponde a los etruscos. En la época del Imperio Romano se usaron para transportar vino, cuando se dieron cuenta de eran menos frágiles que las ánforas de arcilla utilizadas hasta entonces. Pero, al usarlas como transporte, se dieron cuenta de que el vino que ponían en estos recipientes, con el paso del tiempo, sabía mejor, estaba más suave y tenía nuevos aromas y sabores que aportaba esa madera. Eso sí, las barricas se utilizaban una y otra vez, y solo eran sustituidas cuando se rompían.
En el siglo IX, los maestros toneleros comenzaron a agruparse en gremios y fueron cobrando cada vez más importancia. Actualmente, y a pesar de la enorme importancia de las barricas en el proceso de envejecimiento del vino, quedan cada vez menos empresas que se dediquen a su fabricación artesanal, para las que se emplea, mayoritariamente, roble francés o americano. Y es que el arte de crear una buena barrica, con el tostado perfecto de sus duelas para aportar aromas y sabores al vino, no está al alcance de cualquiera.
Fabricantes de botellas, la evolución a la hora de servir el vino
En el siglo XVII, se empezó a buscar un modo más refinado de llevar el vino a las mesas de banquetes y otras celebraciones, ya que se había convertido en una bebida socialmente muy valorada. Flamencos e ingleses comenzaron a fabricar botellas de vidrio para embotellar los vinos procedentes de Francia y España.
Su uso se generalizó en el siglo XVIII y, ya en el XIX, se patentó una forma de elaborar mecánicamente botellas, de modo que todas tuvieran la misma forma. Fue entonces cuando se estableció la actual medida estándar de 75 cl, aunque posteriormente surgieron otros formatos más pequeños, como el Benjamín o la Media botella, y más grandes, como la Magnum o el Jéroboam, entre otros.
Actualmente, sigue siendo el envase favorito para la comercialización de vino, a pesar de que han surgido otros formatos, como el bag-in-box o, incluso, las latas, que empiezan a despuntar en algunos mercados.
Tapones de corcho: España, entre los primeros productores a nivel mundial
Aunque los cierres elaborados con corcho se utilizaban también desde la Antigüedad, no fue hasta el siglo XVIII cuando se empezó a usar para cerrar las botellas de vino. Y se lo debemos a un monje Benedictino, Dom Pierre Pérignon, más conocido como Dom Pérignon, quien se fijó en el cierre que usaban los peregrinos del Camino de Santiago en sus cantimploras, elaborado con corcho, y quiso aplicarlo a las botellas donde envasaba el vino espumoso que elaboraba.
Hoy por hoy, el corcho, un material natural, ligero y flexible, extraído de la corteza de los alcornoques, garantiza la correcta conservación del vino en las botellas y, por tanto, su calidad. España es el segundo productor mundial de tapones de corcho, por detrás de Portugal.
A estas tres profesiones, como decíamos al principio, se unen ingenieros agrícolas y agrónomos, enólogos, boteros, fabricantes de depósitos de acero inoxidable, artesanos del barro, comerciales, hosteleros, sumilleres, diseñadores gráficos, expertos en comercio electrónico y un largo etcétera, que contribuyen a hacer crecer el sector vitivinícola. ¡No nos olvidemos de todos ellos cada vez que abrimos una botella de vino!