Antes de la pandemia mundial por Covid-19, el sector vitivinícola se ha enfrentado, a lo largo de la historia, a grandes dificultades, guerras mundiales, plagas y otras catástrofes que, al igual que el coronavirus, provocaron que el mercado mermara drásticamente. De todas ellas se recuperó, igual que lo hará de esta nueva crisis.
Y es que, desde mediados del siglo XIX, el sector vitivinícola ha superado diferentes dificultades que hicieron peligrar su subsistencia, algunas de ellas de larga duración. Veamos cuáles fueron y cómo se sobrevivió a ellas.
Plagas: oídio, mildiu y filoxera
Durante la segunda mitad del siglo XIX los viñedos de Europa fueron atacados por tres plagas de origen americano contra las que las plantas de este lado del Atlántico no estaban preparadas, lo que provocó grandes pérdidas.
La primera fue la del oídio (oídium), procedente de Norteamérica y provocada por un hongo, cuya presencia comenzó a notarse en Inglaterra en el año 1845. Durante los años siguientes, se fue extendiendo a zonas de Francia y de ahí pasó a España. Finalmente, se extendió por toda Europa, provocando un descenso, no solo de la producción sino también de la calidad del vino. Su desarrollo se acelera en ambientes húmedos y cálidos, por lo que los viñedos del litoral fueron los más afectados. Y aunque esta plaga no mata la vid, sí que se ven afectadas sus hojas y el fruto, reduciendo considerablemente la cosecha.
Para combatir el oídio, se recurrió a la química. Y es que, tras la primera cosecha desastrosa, se descubrió que prevenir su aparición con azufre era la única manera de terminar con este hongo.
La segunda plaga fue la del mildiu, llamada así por el término inglés “mildew”, que significa “moho”. Al igual que el oídio, procede de América y también está provocada por un hongo. En Francia se detectó en torno al año 1878 y las primeras noticias de aparición del hongo en España datan de 1885, en la cuenca del Ebro y en Galicia.
El hongo del mildiu ataca a todos los órganos verdes de la vid, provocando una merma de la cosecha y, al igual que el oídio, se desarrolla con temperaturas más cálidas y humedad. También en este caso acudió la ciencia química al rescate, ya que el modo de combatir esta plaga fue la aplicación de sulfato de cobre.
La tercera plaga fue la filoxera, también procedente del continente americano y la más dañina porque, a diferencia del oídio y el mildiu, es de naturaleza animal y el parásito que la provoca, que en las vides americanas vivía sin dañarlas, al llegar a las vides europeas actuó estrangulando sus raíces y provocando la muerte de las plantas. Sin tratamiento químico ni natural posible, más de cinco millones de hectáreas de viñedo tuvieron que ser arrancadas en toda Europa entre 1870 y 1930, y sustituidas por pies de vides americanas. El viñedo francés fue el más afectado por este “mal de la vid”. A España llegó más tarde y se extendió de manera más lenta, por lo que hubo tiempo de reacción.
La plaga de filoxera no se consideró extinguida hasta bien entrado el siglo XX (en 1930), así que podemos hacernos una idea de la enorme catástrofe que supuso para el sector vitivinícola este episodio.
Guerras y periodos de depresión
Por si no fuera bastante con las plagas, en la primera mitad del siglo XX a Europa le tocó vivir dos cruentas guerras, a las que España sumó una Guerra Civil, seguidas de periodos de gran incertidumbre para todos los mercados, entre ellos el del vino.
La Primera Guerra Mundial (1914-1918) provocó la devastación de muchos viñedos en el viejo continente. Poco después, llegó el “crack del 29” y el inicio del periodo conocido como la “Gran Depresión”, que hizo disminuir a niveles mínimos la demanda mundial de vino, obligando a muchas industrias a cerrar sus puertas.
En España, la Guerra Civil (1936-1939) condenó a la viña al abandono y, una vez terminada, el estallido de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) supuso la paralización del mercado europeo. Ambos sucesos representaron durísimo golpe para el sector. Y a todo ello hay que añadir las diferentes “leyes secas” que se fueron desarrollando en varios países a lo largo de la primera mitad del siglo XX, la más famosa de las cuales fue la de Estados Unidos, pero que también promulgaron otros países europeos, como los nórdicos.
Podríamos decir, en definitiva, que solo a partir de los años cincuenta el sector vitivinícola empezó a salir de un oscuro periodo y a recuperar la normalidad.
Y si fue capaz de hacerlo entonces, con plagas, guerras y legislaciones restrictivas, también lo hará ahora. El trabajo duro de los viticultores logrará que el sector vuelva a ser el Ave Fénix que resurge de sus cenizas una y otra vez.