El pasado 27 de febrero, el Parlamento Europeo aprobó la Ley de Restauración de la Naturaleza, una iniciativa que, sobre el papel, busca revertir la degradación de los ecosistemas europeos y restaurar la biodiversidad. Con el objetivo de restaurar, al menos, el 20% de las zonas terrestres y marinas de la UE para 2030 y todos los ecosistemas degradados para 2050, la ley ha generado gran expectación, pero también controversia, especialmente entre los agricultores y otros sectores rurales, que temen que su impacto sea negativo.
¿En qué consiste la Lay de Restauración de la Naturaleza?
Como decíamos, la ley establece como objetivo principal restaurar al menos el 20% de las zonas terrestres y marinas de la UE para 2030 y todos los ecosistemas degradados para 2050. Para ello, se establecen una serie de medidas que se aplicarán en todos los Estados miembros de la Unión Europea.
Estas medidas incluyen:
- La elaboración de planes nacionales de restauración: Cada Estado miembro deberá elaborar un plan que identifique las áreas que necesitan ser restauradas, los objetivos específicos para cada área y las medidas que se tomarán para alcanzarlos.
- Identificación de las áreas que necesitan ser restauradas: Se utilizarán una serie de criterios para identificar las áreas que necesitan ser restauradas, como la presencia de hábitats degradados, la existencia de especies amenazadas o la importancia del ecosistema para la prestación de servicios ecosistémicos.
- Adopción de medidas para restaurar las áreas degradadas: Las medidas de restauración podrán incluir la reforestación, la revegetación, la eliminación de especies invasoras, la recuperación de humedales o la mejora de la calidad del agua.
- Creación de un fondo europeo para la financiación de la restauración: Se creará un fondo europeo con el objetivo de financiar las medidas de restauración que se adopten en los Estados miembros.
Desde el punto de vista de los ecosistemas agrícolas, los países de la UE tendrán que avanzar en dos de los tres indicadores que se incluyen en la ley: el índice de mariposas de los pastizales, la proporción de tierras agrícolas con características paisajísticas muy diversas, y las reservas de carbono orgánico en suelos minerales de tierras de cultivo.
Además, deberán tomarse medidas para aumentar el índice de aves comunes ligadas a medios agrarios, ya que estos animales son buenos indicadores del estado general de la biodiversidad.
Asimismo, el texto señala que restaurar las turberas drenadas es una de las medidas más rentables para reducir las emisiones en el sector agrícola y mejorar la biodiversidad.
Teóricos beneficios ambientales
En teoría, la Ley de Restauración de la Naturaleza tendría el potencial de generar importantes beneficios ambientales, como la mejora de la calidad del agua y del aire, la reducción de la emisión de gases de efecto invernadero y el aumento de la resiliencia de los ecosistemas al cambio climático. Sin embargo, en la práctica, la ley no ha tenido en cuenta a otros sectores que se van a ver afectados, como el agrícola, y que, como ya viene siendo costumbre, serán los que paguen el precio más alto por su implantación.
Los agricultores temen que la ley les obligue a restaurar una parte significativa de sus tierras a su estado natural, lo que reduciría la superficie disponible para la producción de alimentos y afectaría negativamente a la economía rural. Si a las actuales dificultades a las que se enfrentan para producir alimentos accesibles, pero rentables, añadimos una nueva restricción, probablemente el resultado se vea reflejado en la falta de disponibilidad de alimentos y en el encarecimiento de sus precios.
También existe preocupación por la falta de claridad en algunos aspectos de la ley, como la definición de «ecosistema degradado» o el proceso de selección de las áreas que deben ser restauradas. Además, algunos sectores critican que la ley da demasiado poder a los políticos para decidir qué áreas deben ser restauradas y cómo se debe realizar la restauración, lo que puede dar lugar a situaciones controvertidas y corrupción.
Conscientes de estos peligros potenciales, la ley incluye un «freno de emergencia», que permitirá suspender los objetivos para los agroecosistemas en circunstancias extraordinarias, si merman en gran medida las tierras necesarias para una producción suficiente de alimentos para el consumo de la UE. Cuando ponen la tirita antes de que haya herida es porque son conscientes de que la ley puede causar estragos en la producción alimentaria.
Un futuro incierto
La Ley de Restauración de la Naturaleza aún se encuentra en fase de desarrollo y los Estados miembros tienen un plazo de dos años para transponerla a su legislación nacional. Durante este tiempo, se podrán realizar modificaciones a la ley para abordar las preocupaciones de los diferentes sectores afectados.
Es importante que, durante este trámite, la ley se aplique de forma justa y equitativa, teniendo en cuenta las necesidades de todos los actores implicados.