Los humanos ya usaban aceitunas como combustible (y quizá también como alimento) hace 100.000 años, durante la Edad de Piedra. Así lo afirma un estudio reciente publicado en la revista Nature Plants, basado en el examen de fragmentos de carbón y huesos en unas cuevas ubicadas en Marruecos.
En la región mediterránea, los humanos han dependido de las aceitunas como fuente de alimento, combustible e ingredientes para medicina y cosméticos desde el Neolítico. Debido a su valioso aceite, el olivo fue uno de los primeros árboles que se cultivó para la agricultura hace 6.000 años, pero su presencia en la mitología se remonta aún más atrás en el tiempo. Sin embargo, antes del Neolítico, los hallazgos de olivo son más raros debido, en parte, a la distribución limitada del olivo silvestre durante la última Edad de Hielo. Ahora, investigaciones recientes han demostrado que el olivo silvestre podría haber sobrevivido en varios refugios durante el último período glacial, siendo los más grandes la costa atlántica de Marruecos y el sur de la Península Ibérica.
Así, en este nuevo estudio, los científicos dirigidos por el Dr. Laurent Marquer, del Instituto de Botánica de la Universidad de Innsbruck, han revelado evidencias de que los humanos ya usaban aceitunas hace 100.000 años. Los investigadores analizaron carbón y fragmentos carbonizados de hoyos de plantas encontrados en el sedimento de dos cuevas en el norte de Marruecos, El Mnasra y El Harhoura. De los huesos encontrados, el 81% eran aceitunas silvestres.
Aceitunas para alimento y combustible
Estas dos cuevas marroquíes han producido valiosos hallazgos de la Edad de Piedra desde su descubrimiento en 1956 y 1977, incluidas conchas trabajadas y herramientas hechas de piedra y hueso.
“La datación por radiocarbono complementaria nos ha permitido confirmar que los restos estudiados estaban realmente in situ, aunque los tomamos directamente de la excavación”, ha explicado el Dr. Eslem Ben Arous, investigador del grupo de investigación de Evolución Panafricana ‘Lise Meitner’ del Instituto Max Planck para la Ciencia de la Historia Humana y del Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana. “El reciente descubrimiento de huesos de aceituna arroja nueva luz sobre el comportamiento de los cazadores-recolectores en una región crucial para la evolución de nuestra especie”, ha añadido.
Aunque el estudio no pudo probar definitivamente si los habitantes de El Mnasra y El Harhoura comían las aceitunas o solo las usaban como combustible, el estado de los huesos sugiere que las frutas fueron rotas deliberadamente antes de ser quemadas.
“Sería posible que se arrojaran al fuego ramas enteras de olivo y que los frutos que colgaban de ellas simplemente se quemaran”, explica el Dr. Marquer. “Sin embargo, el hecho de que los huesos de aceituna se encontraron rotos en muchos pedazos pequeños habla en contra de esto. Todo indica que las personas primero comieron la fruta y luego rompieron deliberadamente los huesos para quemarlos de manera más eficiente”.
Un fuego de combustión lenta y sin humo
Los huesos de aceituna contienen mucho aceite y lignina, molécula responsable de la formación de la madera. El residuo de los huesos de aceitunas rotas crea un fuego de combustión lenta que es ideal para cocinar. Los fragmentos secos del hueso también producen llamas sin humo, lo que habría sido una gran ventaja, especialmente para los habitantes de las cavernas.
El uso temprano de aceitunas silvestres en África por grupos de la Edad de Piedra Media, desde hace aproximadamente 100.000 años, podría representar mejoras en la cocina, el procesamiento de la madera y la organización social, entre otros aspectos.
Este hallazgo proporciona nuevos conocimientos sobre la comprensión de las economías de cazadores-recolectores de la Edad de Piedra Media, un presagio de la historia del icónico olivo en el Mediterráneo.