La producción de aceite de oliva en Castilla-La Mancha ha experimentado una notable recuperación en la última campaña, con un aumento del 50% en comparación con el año anterior. Según datos del consejero de Agricultura, Ganadería y Desarrollo Rural, Julián Martínez Lizán, la región ha producido 97.500 toneladas de aceite de oliva, cifra que se acerca a la media anual de los últimos diez años, aunque sigue estando por debajo de las campañas recientes.
El consejero ha asegurado que, “aunque las previsiones que lanzábamos al inicio de la campaña tenían un sentido de aumento respecto a las producciones de años anteriores, esas expectativas se han mejorado mucho y, al final de la campaña, vamos a estar en los datos totales de elaboración de aceite de oliva, en una cifra cercana a las 100.000 toneladas, cantidad que sigue estando por debajo de la producción media anual de los últimos diez años, pero que está muy por encima de la producción del año pasado, algo que está poniendo de manifiesto esa recuperación”.
La campaña no solo ha sido notable por la cantidad producida sino también por la calidad del aceite de oliva, una característica distintiva de la región avalada por cuatro denominaciones de origen protegidas bajo la marca ‘Campo y Alma’.
Por provincias, según los datos de Cooperativas Agrarias de Castilla-La Mancha, la producción acumulada más alta registrada a fecha de 31 de enero 2024 ha sido la de Ciudad Real, con casi 49.485 toneladas, seguida de Toledo con 32.487,32 toneladas, Albacete con 9.989,34 toneladas, Cuenca con 3.869,01 toneladas, y Guadalajara, con 1.383,64 toneladas.
¿Qué factores han contribuido a la recuperación?
Las positivas cifras del cierre de campaña reflejan la resiliencia y adaptabilidad del sector oleícola frente a los desafíos climáticos y de producción. A pesar de las inclemencias meteorológicas y la prolongada sequía que ha afectado la región en esta campaña, los resultados han sido buenos, lo que no solo demuestra la fortaleza y la capacidad de adaptación del sector sino también la eficacia de las estrategias implementadas para enfrentar tales desafíos.
La adopción de técnicas de cultivo más eficientes y sostenibles ha permitido mejorar la calidad y el rendimiento de las cosechas.
La campaña a nivel nacional
A nivel nacional, la Agencia de Información y Control Alimentarios (AICA) ha hecho públicos los datos de mercado del sector del aceite de oliva, donde destaca que la producción en febrero fue de 53.445 toneladas, y el acumulado en lo que va de campaña es de 829.516, una cifra que supera en casi 65.000 toneladas lo aforado inicialmente y que supone lo que representa un incremento de más del 25% en comparación con la campaña anterior. Sin embargo, este incremento se ve opacado por el hecho de que sigue siendo considerablemente inferior a las medias de producción de años anteriores, marcando la segunda campaña consecutiva de baja producción en el país.
Un sector crucial, enfrentado a condiciones desfavorables
El sector oleícola en España representa una base crucial para la industria agroalimentaria nacional, destacando como el principal subsector agrícola por cantidad de explotaciones, que representan el 27,1% del total, y posicionándose como el tercer mayor producto agroalimentario exportado por el país. No obstante, este sector afronta desafíos significativos tales como el envejecimiento de la población en el campo, la reducción en la producción y las fluctuaciones de precios.
Como decíamos, el sector ha experimentado dos temporadas consecutivas de producción insuficiente, marcadas por precios finales extraordinariamente altos que no se habían observado previamente.
Y es que la práctica del cultivo de olivo, conocida por su irregularidad en la floración, ha sido adversamente afectada por condiciones climáticas desfavorables, incluyendo sequías prolongadas y altas temperaturas sostenidas. Estos factores han contribuido a una situación en la que casi el 76% del terreno se dedica a cultivos de secano.
Todo ello ha hecho que el sector se haya visto particularmente presionado por el incremento en los costos de producción y la disminución de volúmenes de producción, lo que se ha visto reflejado en el incremento de los precios.
A esto hay que añadir los malos datos de las exportaciones que, en 2023, cayeron un 14,2% en volumen, y un 5,5% en valor, con respecto al año anterior, según datos del Ministerio de Agricultura, a través de su Informe Anual de Comercio Exterior Agroalimentario.
Veremos que nos depara la próxima campaña.