La agroindustria es un sector fundamental para garantizar la seguridad alimentaria y el desarrollo rural de millones de personas. Sin embargo, nos encontramos con que, según datos de la FAO, la agricultura y el uso del suelo representan el 24% de las emisiones globales de Gases de Efecto Invernadero (GEI). En un mundo cada vez más consciente de los desafíos climáticos, la agroindustria se enfrenta a la necesidad de adaptarse a prácticas más sostenibles. En este contexto, los mercados voluntarios de carbono emergen como una solución prometedora que ofrece una oportunidad para incentivar y financiar acciones de mitigación y adaptación en este sector. Pero, ¿qué son exactamente estos mercados y cómo benefician a la agroindustria? ¿Está realmente la agroindustria preparada para participar en ellos?
¿Qué son los Mercados Voluntarios de Carbono y cómo funcionan?
Los mercados voluntarios de carbono son sistemas comerciales en los que empresas, organizaciones e individuos venden y compran créditos de carbono. Un crédito de carbono equivale a la reducción de una tonelada de CO2 (dióxido de carbono) o la cantidad equivalente de otro gas de efecto invernadero. Estos créditos se generan a partir de proyectos o programas que implementan prácticas sostenibles en diferentes sectores, como el forestal, el energético o el agrícola.
Los mercados voluntarios se diferencian de los mercados regulados, que son creados por normativas nacionales o internacionales que obligan a los emisores a cumplir con ciertos límites o metas de reducción de emisiones. Los mercados voluntarios funcionan por iniciativa propia de los actores involucrados, que pueden ser empresas, organizaciones, gobiernos o individuos, que buscan compensar sus emisiones inevitables o contribuir a la lucha contra el cambio climático. Para asegurar la calidad y transparencia de los créditos de carbono voluntarios, existen diferentes estándares y certificaciones que verifican y validan los proyectos y programas que los generan.
Las empresas o proyectos que reducen emisiones de CO2 pueden vender sus créditos de carbono a otras entidades que deseen compensar sus propias emisiones. El objetivo final es incentivar la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero a través de mecanismos de mercado.
¿Qué beneficios tiene para el sector agroindustrial?
Una de las ventajas más claras de la participación en estos mercados voluntarios de carbono es el fomento de prácticas agrícolas sostenibles. A través de su participación en ellos, los agricultores pueden recibir ingresos adicionales por implementar tecnologías limpias o prácticas de manejo más sostenibles. Esto también se puede traducir en un incremento de su competitividad, puesto que la sostenibilidad es, cada vez más, un factor diferenciador en el mercado global. Al adoptar prácticas más sostenibles y vender créditos de carbono, las empresas agrícolas pueden mejorar su reputación y posicionamiento en el mercado.
Por otro lado, la agroindustria es uno de los sectores más vulnerables al cambio climático. Participar en los mercados de carbono no solo mitiga el impacto ambiental, sino que también ayuda a las empresas a adaptarse a nuevas condiciones climáticas. Desde el punto de vista ambiental, los proyectos y programas que generan créditos de carbono en el sector agrícola suelen basarse en prácticas como la agricultura climáticamente inteligente, la agricultura regenerativa, la gestión integrada del suelo y el agua, la conservación y restauración de ecosistemas o la producción de biocombustibles. Estas prácticas contribuyen a reducir las emisiones de GEI, mejorar la calidad y fertilidad del suelo, optimizar el uso del agua y los insumos agrícolas, diversificar y mejorar los rendimientos de los cultivos, proteger la biodiversidad y los ecosistemas y prevenir la desertificación y la erosión.
Y, no menos importante, desde el punto de vista económico, los proyectos y programas que generan créditos de carbono en el sector agrícola pueden obtener ingresos adicionales por la venta de estos créditos en los mercados voluntarios. Estos ingresos pueden servir para financiar las inversiones necesarias para implementar las prácticas sostenibles, mejorar la infraestructura y la tecnología agrícola, acceder a créditos y seguros agrícolas o diversificar las fuentes de ingresos.
En la práctica, muchas tierras catalogadas agronómicamente como de segunda y tercera categoría podrían ser utilizadas para la forestación y computar como generadoras de oxígeno. Esto permitiría reorganizar la actividad agrícola y dejar de cultivar y generar subvenciones artificiosas sobre tierras de baja producción (segunda y tercera categoría) que pasarían a generar oxígeno y poder así centrar la actividad agrícola sobre las parcelas realmente productivas de primera y segunda categoría.
¿Está lista la agroindustria para participar en estos mercados?
Aunque el concepto de mercados de carbono es prometedor, la agroindustria todavía se enfrenta a obstáculos para su plena participación.
En primer lugar, esta industria se enfrenta a la falta de información, conocimiento y conciencia sobre los beneficios y oportunidades de los mercados voluntarios de carbono. O, yendo un poco más allá, muchos agricultores carecen del conocimiento técnico o los recursos financieros para adoptar prácticas más sostenibles capaces de generar estos créditos de carbono.
A ello hay que añadir que la medición precisa de las reducciones de carbono en las prácticas agrícolas es un desafío técnico significativo. En la actualidad, existe una falta de transparencia, trazabilidad y verificación de los créditos de carbono generados en el sector agrícola. Además, la falta de un marco regulatorio claro puede hacer que los agricultores sean reacios a participar. La Unión Europea ya está dando los primeros pasos para poner solución a este obstáculo con la presentación, a finales de 2022, de una propuesta legislativa con vistas a crear un marco voluntario de certificación de la eliminación de carbono, pero hace falta avanzar mucho más.
La falta de coordinación, articulación y cooperación entre los diferentes actores del sector agrícola, como los productores, las organizaciones, las empresas, los gobiernos y las instituciones; y la necesidad de políticas públicas e incentivos que apoyen y faciliten la participación en los mercados voluntarios de carbono es otra de las barreras existentes. Para su pleno desarrollo, es crucial que se implementen programas de educación y sensibilización, además de incentivos financieros para fomentar la participación de la agroindustria en estos mercados.
En definitiva, los mercados voluntarios de carbono ofrecen un mecanismo efectivo para fomentar la sostenibilidad en la agroindustria. Sin embargo, para que estos mercados sean verdaderamente efectivos, es crucial abordar las brechas en el conocimiento, la tecnología y la regulación que enfrenta el sector. La agroindustria tiene un gran potencial para contribuir a la lucha contra el cambio climático, pero es fundamental que se tomen medidas para facilitar su completa integración en los mercados de carbono voluntarios.