Dice el refranero español que “año de nieves, año de bienes” porque, tradicionalmente, gracias a la nieve, la tierra labrada se mantiene húmeda y esponjosa para que los cultivos crezcan debidamente. Sin embargo, no todos los cultivos se ven beneficiados por las grandes nevadas, como las que ha traído Filomena, el último gran temporal de nieve, hielo y frío extremo que hemos sufrido en España. Ha sido el caso del olivar en Castilla-La Mancha, que podría perder un porcentaje importante de su producción por los efectos del temporal.
Castilla-La Mancha, zona gravemente afectada
Los efectos del paso de Filomena han sido tales que el Consejo de Ministros ha declarado Castilla-La Mancha y el resto de regiones colindantes como zonas gravemente afectadas por emergencia de protección civil, una medida que incluye los daños que se han sufrido en el campo castellano-manchego.
De momento, se está a la espera de que se precise el ámbito de actuación de las ayudas en las próximas semanas, además de incorporarlas a agricultores y ganaderos afectados. Para ello, la Consejería de Agricultura, Agua y Desarrollo Rural está trabajando y recabando los datos de las diferentes provincias para tener un balance de daños.
El olivar, el más afectado
El consejero de Agricultura, Agua y Desarrollo Rural, Francisco Martínez Arroyo, ha declarado que el sector más afectado por el temporal Filomena ha sido, previsiblemente, el olivar, donde se verá mermada la producción prevista al inicio de la campaña en un 10 por ciento, lo que se traduce en unas 10.000 toneladas menos de aceite en Castilla-La Mancha. Otras fuentes, incluso, cifran esta merma en un 30%. Y es que la nieve y las heladas posteriores, han llegado cuando se estaba produciendo la recolección del fruto.
Los cultivos leñosos, como es el olivar, han sufrido cuantiosos daños a causa de la rotura de ramas por el peso de la nieve. Si a eso añadimos las heladas posteriores y las bajas temperaturas (hasta 20 grados bajo cero en algunos puntos de la región), el resultado es que la cosecha, en los lugares donde aún no se había llevado a cabo, se ha visto completamente afectada. Gran parte del fruto ha caído al suelo y ha quedado sepultado por los más de 40 centímetros de nieve que se han registrado en muchos puntos, lo que hará que pierda calidad e influirá, asimismo, en el precio.
Los daños sufridos no solo presentan problemas en esta campaña, con la pérdida de calidad y valor del aceite producido, sino también a futuro, ya que durante los próximos 4 o 5 años el olivar va a estar sufriendo las consecuencias de dichos daños. Algunas asociaciones de agricultores ya han manifestado que confían en que los hielos posteriores a la nevada no obliguen a arrancar el olivar, como ya sucediera en el año 2005, cuando hubo que podar muchos árboles por la base para que pudieran reproducirse.
El viñedo, la otra cara de la moneda
La otra cara de la moneda la representa el viñedo, a cuyas plantas las bajas temperaturas y la nieve aportan beneficios, sobre todo, teniendo en cuenta que la borrasca ha caído en un momento en que la vid se encuentra en estado de reposo vegetativo.
Tal y como recogen los expertos, en este momento del año la vida concentra la savia en las raíces, por lo que la nieve y las heladas no afectan a los tallos que se encuentran en el exterior. A ello hay que añadir que el frío extremo actúa como insecticida natural frente a plagas que no son capaces de soportar esas temperaturas, protegiendo a los cultivos hasta la llegada de la primavera, cuando comiencen de nuevo el periodo de crecimiento.
Por último, en una zona tradicionalmente de secano como es Castilla-La Mancha, el deshielo permitirá que el agua acumulada se vaya filtrando hacia la tierra, ejerciendo de reserva acuífera para los meses más secos.
Confiamos, eso sí, en que no se repitan las heladas más adelante, una vez los tallos estén floreciendo, ya que sería nefasto para el buen desarrollo de la planta.