El Programa de Apoyo al Sector Vitivinícola Español (PASVE), y su sucesor, la futura Intervención Sectorial Vitivinícola, han evidenciado una preocupante tendencia: la no ejecución de fondos esenciales para el sector. Concretamente, este año, se han dejado sin ejecutar 30 millones de euros, que se suman a los 15 millones no aprovechados en el ejercicio anterior, según ha denunciado la Unión de Uniones. Y eso solo a nivel nacional, si miramos al resto de Europa, la Comisión Europea ha informado recientemente que al final del pasado ejercicio de 2023, el sector vitivinícola comunitario había gastado un total de 978 millones de euros en la ejecución de las diferentes medidas de los planes nacionales de apoyo, es decir un 92,1% de los aproximadamente 1.062 millones de euros de dotación financiera máxima, lo que representa una “infra-ejecución” de 84 millones de euros.
¿Una gestión ineficiente?
Los datos del Fondo Español de Garantía Agraria (FEGA) revelan que, en 2023, se distribuyeron 171,7 millones de euros del PASVE, una cifra que, aunque considerable, es 30,4 millones menor a la asignación prevista de 202,1 millones. Este desfase en la distribución de fondos refleja una gestión ineficiente y una falta de alineación con las necesidades reales del sector. La distribución por medidas muestra que áreas como la inversión, la reestructuración y la promoción han sido relativamente beneficiadas, pero aun así, la falta de utilización plena de los recursos es evidente.
La Unión de Uniones, y estamos de acuerdo con ello, critica severamente la gestión de estas ayudas, señalando la indolencia de las administraciones públicas y la rigidez de los mecanismos establecidos. En un contexto de crisis aguda, la no utilización de más de 45 millones de euros en dos años es alarmante, sobre todo teniendo en cuenta que, a esta situación hay que añadir un contexto de escasez de producción, bajos precios del vino en origen, y una notable disminución en el consumo y exportaciones de vino.
Reestructuración y reconversión, la partida más infrautilizada
Entre las ayudas del PASVE, la partida correspondiente a reestructuración y reconversión ha sido la más infrautilizada. La sequía y la incertidumbre en los mercados han frenado la ejecución de esta medida crucial, con muchas decisiones productivas postergadas. Además, existe una demanda creciente para adaptar el programa a las necesidades específicas del sector, como el mantenimiento de viñedo viejo. La organización también señala la necesidad de corregir los datos estadísticos desfasados que han afectado la acogida de intervenciones como la cosecha en verde.
Por ello, es crucial que las administraciones públicas, especialmente las autonómicas, se involucren más activamente en este proceso, con el fin de adaptar el PASVE a la realidad del sector.
Y es que este panorama nos deja con una conclusión clara: es imperativo una revisión y adaptación de los mecanismos de distribución y gestión de las ayudas para garantizar la viabilidad y el futuro del sector vitivinícola español. La infrautilización de los recursos no solo representa una oportunidad perdida, sino también una llamada a la acción para asegurar un mejor manejo de estos fondos esenciales para el sector.