En la actualidad, existe un consenso científico, casi generalizado, en torno a la idea de que nuestro modo de producción y consumo energético está generando una alteración climática global, que provocará, a su vez, serios impactos tanto sobre la tierra como sobre los sistemas socioeconómicos. Uno de estos impactos negativos sería la puesta en riesgo de la viabilidad comercial a medio plazo de algunos cultivos, como los cítricos, la vid y el olivo. Así lo afirma un estudio del grupo de investigación en Ecofisiología y Biotecnología de la Universitat Jaume I de Castelló (UJI) –elaborado en colaboración con científicos de Francia, Grecia y Reino Unido–, que advierte que los efectos del calentamiento global reducirán la productividad de estas tres especies imprescinidibles de la cuenca mediterránea.
El coordinador de este estudio publicado en la revista Frontiers in Plant Science, el profesor del Departamento de Ciencias Agrarias y del Medio Natural, Vicente Arbona, asegura que este fenómeno «provocará no sólo un descenso de la productividad de especies icónicas como los cítricos, la vid o el olivo, sino que el incremento de las temperaturas o el déficit hídrico también reducirán su competitividad comercial«. Además, las variaciones previstas en el ámbito mediterráneo en su conjunto, especialmente vulnerable, «afectarán a la fenología de estos frutales, alterando sus patrones para brotar, florecer, dar y madurar la fruta«.
La calidad de los frutos, en riesgo
Según el estudio, el cambio climático afectará la calidad de la fruta, clave para su viabilidad comercial. Por ejemplo, en el caso de los cítricos, las temperaturas elevadas alterarán el equilibrio entre azúcares y ácidos, dando lugar a frutos sin su característico toque acídico. En el olivo, el impacto puede ser “más dramático”, en opinión de los expertos, ya que, aunque se trata de un cultivo muy bien adaptado a las condiciones mediterráneas, la acción combinada de la falta de lluvia y los elevados valores térmicos en otoño y principios de primavera determinará el período de floración y su intensidad. De hecho, «la floración de esta especie se puede avanzar hasta 17 días a la vez que reducirse el porcentaje de cuajado de fruto y, por tanto, de producción«, asegura el estudio.
A nivel biológico, estas alteraciones durante el período en que brotan o florecen tendrá una incidencia en los insectos polinizadores, pudiendo producirse «una desincronización entre los ciclos de unos y otros, como ya se ha observado entre algunas especies herbáceas y sus polinizadores naturales, los zánganos, con su consiguiente efecto en la productividad de los frutales«, afirma Arbona.
La biotecnología, una disciplina fundamental para mantener la productividad
A la vista de estas perspectivas climáticas, el autor principal del trabajo, Carlos de Olla, subraya la relevancia de la biotecnología como disciplina fundamental en la producción de frutales con mejores características, que les permitan mantener e, incluso, mejorar, su productividad y su calidad. «Los proyectos de secuenciación del genoma de estas especies de frutales han permitido acelerar el proceso de selección de variantes y acortar el tiempo necesario para obtener nuevas variedades mediante estrategias de mejora genética clásica, con lo que se ha convertido en un área prioritaria en investigación agraria«, asegura el científico.
Técnicas ómicas, otra alternativa
El trabajo liderado por la UJI recoge también la importancia de las técnicas denominadas ómicas como herramientas fundamentales para el estudio de la variabilidad vegetal y de los mecanismos de respuesta al estrés ambiental. Por ejemplo, tal y como afirma Vicente Arbona, «estas herramientas nos ayudan a averiguar las interacciones que, a escala molecular, controlan estas respuestas y a correlacionar las variaciones genéticas y metabólicas con un determinado comportamiento o fenotipo para identificar reguladores clave, susceptibles de mejora biotecnológica de las especies agrícolas«.
Estos científicos también fueron pioneros en analizar el impacto conjunto de dos tipos de estrés fundamentales vinculados con el cambio climático sobre el cultivo de cítricos, la sequía y el calor, con el objetivo de avanzar en la formulación de herramientas para afrontar el calentamiento global.
El grupo de investigación en Ecofisiología y Biotecnología está dirigido por el catedrático Aurelio Gómez Cadenas y entre sus líneas destacan, entre otras, las respuestas y los mecanismos de tolerancia de los cítricos y otros cultivos a estreses abióticos y bióticos y su combinación, como las sequías, las inundaciones, la salinidad o la infestación por la araña roja, y su control hormonal. Además, el grupo aplica técnicas de biotecnología como el cultivo in vitro y determina los cambios metabólicos de las plantas en respuesta al estrés.