El vino es una bebida que ha acompañado al ser humano desde la antigüedad. Su sabor, su aroma y sus efectos han sido apreciados por diferentes culturas y civilizaciones. Sin embargo, no todos podían disfrutar de sus bondades. En la antigua Roma, el vino estaba reservado para los hombres, mientras que las mujeres tenían prohibido beberlo. ¿Cómo se aseguraban de que cumplieran esta norma? Con el llamado «beso del vino«.
¿Qué era el beso del vino?
El beso del vino era una práctica que consistía en que el esposo o los familiares de la mujer la besaran al llegar a casa para comprobar si había consumido vino. Si detectaban algún rastro de olor o sabor a vino en su boca, la mujer podía ser castigada severamente, incluso con la muerte.
Esta costumbre se basaba en el Ius osculi o derecho de beso, que otorgaba a los hombres el poder de controlar a las mujeres y su conducta. En aquel momento, el vino era considerado una bebida indecorosa y peligrosa para las mujeres, que debían mantenerse sobrias y castas. Solo se les permitía beber vino en algunas ocasiones especiales, como en los actos religiosos o usado como medicina.
Se dice que el beso del vino existía desde los tiempos del rey Rómulo, el legendario fundador de Roma, que habría prohibido el vino a las mujeres y les habría impedido tener las llaves de la bodega. Esta ley se mantuvo durante la República y parte del Imperio romano, hasta el siglo I d.C., cuando el emperador Tiberio la abolió o, al menos, la limitó solo a los esposos.
Un papel político
El beso del vino también tuvo su papel en la historia política de Roma. Se cuenta que Agripina Menor, sobrina y esposa del emperador Claudio, lo sedujo con sus besos de vino y logró que cambiara las leyes que prohibían el matrimonio entre parientes. Así consiguió que adoptara a su hijo Nerón, que luego se convertiría en emperador y la mandaría matar.
¿Qué significado tenía el beso del vino?
El beso del vino no solo era una forma de ejercer el dominio y la vigilancia sobre las mujeres, sino que también podía tener otros significados. Algunos autores antiguos lo relacionan con el amor y la pasión, como Ovidio, que escribió: “Me gusta beber largamente de tus labios; me gusta robarte el aliento con mis besos; me gusta beber en tu boca ese licor divino” (Ars amatoria, III, 633-635).
Otros autores lo vinculan con la transmisión de conocimiento y sabiduría, como Plinio el Viejo, que afirmó: “Los antiguos solían besar a los niños en la boca para saber si habían bebido vino; ahora se les besa para saber si tienen ingenio” (Naturalis historia, XIV, 94).
Sea como fuere, el beso del vino es una muestra de cómo esta bebida ha influido en la cultura y la sociedad a lo largo de la historia. Hoy en día, podemos disfrutar del vino sin restricciones ni castigos, y compartirlo con quien queramos sin temor a ser juzgados. En definitiva, el vino es símbolo de alegría, placer y amor, y el beso es una forma de expresarlo.